jueves, 30 de octubre de 2008

De gringos mamucos

El otro día estaba en el aeropuerto y, como quedaban dos horas para mi vuelo, saqué mi ordenador portátil -¡joder!- para pasar el rato. Busqué un grupo de sillas vacías para navegar tranquilamente y al poco tiempo, se sentó cerca de mí una familia de gringos obesos que empezaron a desesperarme con sus conversaciones estúpidas.

Los hijos discutían por pendejadas mientras el padre y la madre revisaban fotos y criticaban en voz alta mi amado país, sólo por tener diferencias culturales que ellos eran incapaces de comprender.

Como sutil venganza en defensa de mi patria, empecé a murmurar en voz baja comentarios esporádicos como: pinches pendejos o tons por qué no mejor se van a chingar a su madre, fingiendo hablar solo para que no notaran que me dirigía a ellos. En efecto, no se dieron cuenta y siguieron siendo gringos estúpidos -no les quedó de otra-.

La cosa es que, entre aquellos ofensivos comentarios, solté un pedo que pretendía ser silencioso pero, con la resistencia que opuso la piel artificial de los asientos, terminó manifestándose en un sonoro prrrrrrt, sin embargo, a pesar del evidente ruido no hubo mayor reacción por parte de los cuatro gordos colorados. Por lo que asumí, que al igual que mis a comentarios, no lo entendieron.

Qué bueno que no tengo un culo bilingüe.

martes, 7 de octubre de 2008

Regreso

Sí, sé que tengo un poco abandonada esta chingadera, pero es que he estado trabajando en mi nuevo proyecto:

Inventar el chiste más cagado de la historia.

En él intervendrá un gallego, Pepito y un gangoso.

Nomás imagínense el desmadre que se va a armar.